Fueron tres noches claras, hermosas, de luna llena…con poco esfuerzo podía ver la cúpula y la virgen iluminada…el domingo, imaginaba los cantos…creí escuchar las oraciones…percibía la maravillosa emoción de quienes creen…me pareció que el Padre daba uno de sus mejores sermones…sentía la reunión de personas que pedían solución a sus problemas y las que simplemente tenían la suerte de poder agradecer algo, para ellos valioso…vi –poco a poco- desaparecer las luces de los autos…reducirse el ruido del tráfico…la luna avanzó…el frío aumentó…y volvió a mi el recuerdo del niño sangrando, sin saber por qué…
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